dissabte, 14 de juny del 2014

Apenas un agua de rosas

Olé, la gracia y el rumbo del salero.
Olé, por los pasos que pisan los senderos
y las sombras te buscan, embelesadas.
Olé, por el sol que te dora y adora,
y te emplaza y te muestra lozana.
Olé, por los vientos traviesos
que te elevan la falda, atrevidos,
y ya no adivinamos ciertos…
Olé, por tu madre ingeniera
y tu padre arquitecto… del arte.
Olé, por tus azabaches ondulados
que te comen la cara y apenas tus ojos
reverdecen luces de esperanza.
Olé, tu cuerpo finamente desgarbado,
en formación, para el buen gusto,
sin simetría ni orden ni concierto…
Olé, las licencias de la observación,
la desproporción de la belleza,
el encanto del desorden, el arte en plato,
la autocreación para el propio placer…
Olé, los cielos que te cobijan,
los ríos que te riegan, los mares azulados
que te espuman con pétalos blancos…
Olé, mi niña joven, tierna, dulce,
a la que una vez le di un consejo
viendo como se engalanaba de barroco:
Tú, hermosa, te desvistes del todo
y, apenas con una agua de rosas, eres cielo…

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