Acudí, como no,
al llamado profundo
de mi alma ávida
del baño tibio...
de tus ojos de mar.
Un vendaval me lleva raudo,
a la calle de las rosas,
donde tú aroma se confunde,
mejorando las esencias…
Y yo siempre acudo,
y tú te presencias,
se abre el cielo,
llueven delicias.
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