Una música, una canción, un saxo, violines, un piano mecánico,
la noche, una garganta agrietada, una voz de alma destaca...
entre el humo y los licores del oscuro bar.
Es como una verdad explícita sin ritmo ni medida,
cada instrumento va por su cuenta,
y la voz se columpia entre los agudos mágicos incontrolados
y reposa sobre los graves del maravilloso y viejo saxo.
El ambiente es deprimente, o quizá se vislumbre la antesala del cielo,
nada es postizo, la realidad se acerca a las entrañas de la otra vida,
entre humos y humores, risas y llantos, lamentos y gemidos...
de guitarras delirantes y extasiadas.
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