Piérdele los miedos a la prudencia,
y acércate a los ciertos de mi alma,
vuela conmigo hacia el país de los bosques,
donde las afinidades pasean tranquilas
por entre la paz de los romeros en flor…
Cabalga con el trote acompasado a mi corcel,
y a la par iremos bordeando el río,
y veremos cómo los entornos van cobrando vida.
No, no seas tímida niña...
y no confundas los respetos
con el pánico a las realidades a flor de piel,
sin miedo, nos tenemos…
Escribir como amante y sugerir como padre. Una estampa de felicidad como preludio. Me gustó, sí. Saludos cordiales. Franziska
ResponElimina