Vino, como llega el río cuando llueve,
arrollando, repartiendo simpatías a raudales,
rodando cantos, regando las hierbas más altas,
y bebiendo los vientos intrépidos, inoportunos.
Llegó, como un placer que amansa y conmueve,
como una sensación que mata todo lo cansino.
Apareció como un rosal que florece a diario,
como una tempestad calmada, como un rayo de luz,
como un amanecer con prisa para acelerar...
todas las edades del merecer ansiado... eterno.
Se presenció cual la luna llena,
indiscreto e inmenso ojo amarillo,
donde los más románticos escuchan un saxo,
y se beben todas las cervezas de la vida...
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