No, no, yo no te imagino blanca,
tampoco frágil, ni dulce, ni verde.
No, no te veo bajo una sombrilla,
amagada de la competencia del sol.
Ni en sueños te observo entre mil protecciones,
todas con sombra de oscuras intenciones.
Te vi libre y tostada, prieta y altiva,
de frente y risueña, cierta, segura.
A veces cuento que te arranqué cruel
de una planta exótica de una selva virgen.
Otras, que me interné en el cañaveral,
cerca de los juncos y las aves acuáticas,
y te rapté en tierna infancia para delicia...
de los espíritus que ven crecer la libertad.
Así te quiero… libre y tostada, prieta y altiva,
de frente y risueña, cierta y segura… ¡mía!
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