Nos acercamos a La Pineda, ya sabéis, uno de los sitios guapos que a mi me gusta ver en invierno, y ya casi estamos… Así lo anuncia el pesebre de arena que hacen los artistas, cada vez más modernistas e inspirados, cada vez menos pesebre de origen… El bar de las moreras tiene estufa, con llamas verticales, está bien, acoge, también los cruasanes, exquisitos… Después, paseando por la playa, las olas nos han regalado unas risas y, de repente, nos llegó un aura salada. En el regreso, notas el alivio del buen rato, de aquella sensación de haber transcurrido allá por donde descansan… los cansados del verano.
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