Me levanté tan temprano, “andé” tan lento,
que vi caer una gota de rocío blanca
de la hoja de un cactus carnoso, rosado…
Vi una rana minúscula en un nenúfar,
y el vientecillo se paraba, el sol se atrevía.
Me senté en nuestro banco estratégico,
marco soñado del principio eterno,
allí donde brotó aquel beso explosión
que nunca se pide ni reclama,
sino que es el principio dorado
de la naturaleza espontánea del deseo…
Ya con la sonrisa puesta en labio,
desanduve las delicias, despacio, feliz.
Me levanté temprano, anduve lento,
me regresé de las esencias, lleno, ufano.
uno aprende hasta a decir “anduve”...
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