Mi padre, casi colgado de la cortina,
mi madre inquieta en la cocina,
y en sus ojos ilusión, autenticidad…
Mis padres eran pura Navidad,
aquel sentido neto donde la humildad
alcanza su mayor grandeza y gala,
en aras del mejor de los amores.
Quien no recuerda aquella sopa mágica
de un ave de corral de casa,
aquel cava reservado para la ocasión,
y aquellos abrazos tan tiernos, tan verdad.
Ahora intento ver sus ojos únicos
en cada miembro de la familia…
Algo queda, algo hay… en Deltebre.
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