Me encanta no hacer nada,
es como un descanso mental,
sin sugerencias ni obligaciones.
Nada, incluso de inercias,
mente en blanco, de reposo,
en un sueño pacífico y encantador,
después… incluso el sueño que repara.
Pues sí, algún día de esos tengo,
y me devuelve y me repara bien,
para después estar en condiciones,
en el retorno a la ilusión
por la madrugada esperada,
por el deseo de un amanecer con luz,
por las ansias de los vuelos de la vida,
y por los regresos victoriosos...
por los reflejos del atardecer.
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