Reparo en aquella sonrisa de colores
que te conduce hacia lo asequible y memorable.
La niña, por la sala de los oscuros centelleantes,
me abrió la puerta de sus ojos gloria…
Me encantan las expresiones no verbales que te abrazan,
incluso aquellas discretas que, sin malicia,
alejan otras ilusiones gratuitas, infundadas…
Me cuentan, los pájaros que trinan amores,
que mi padre tenía a mi madre en fiesta
cuando le pedía un baile en la sala abierta de verano,
y no había petición, ni confirmación…
sólo manos que se encuentran, cuerpos que se acercan,
y los ritmos lentos de un sí mágico y certero
hacían el resto de todos los principios soñados…
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