Reparo en la enamoradiza adolescencia,
donde unos ojos duros te sepultan
y una sonrisa sugerente y natural
es como un surtidor de oxígenos…
Me place recordar los estados de esos tiempos,
porque todo parece definitivo, terminal,
y todo desaparece en un momento
para resurgir con nuevo brío y luz
a la siguiente mirada tibia y sensual…
Por revivir, contacto ahora con el suspenso,
aquel que fue el maravilloso producto
de unas tardes contigo y sin libros…
Momentos de plenitud, de inmensidad,
donde todo está en los sentidos y en los fuegos,
luego, los hechos se cuelan en el intelecto
y todo se va al garete, o es otra cosa…
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