divendres, 19 de desembre del 2014

Reflexiones

Han visto ustedes florecer los lamentos,
callar, callar, y morir de asfixia…
y de la tumba, las malvas de la inhibición.
Maldito silencio de las palabras nobles,
que me tragué en prudencia extrema,
en miedo escénico, pura cobardía…
Ahora languidecen los suspiros,
cada uno lleva una derrota implícita.
No, no florecen los lamentos,
ni la verdad es nunca muda,
ni la prudencia una tabla salvadora,
ni el miedo un refugio seguro,
ni el silencio un regalo generoso…
Ayuden, por favor...
al niño que todos llevamos dentro
a ir de frente, a dar la cara,
a presenciarse siempre…

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