El buenos días es un silencio con beso,
y, después, le siguen los gestos automáticos,
desarrollados sin misterios, rutina,
sana, sin sorpresas, habitual.
La despedida es un ligero abrazo,
con beso, esta vez más suave,
con fina sonrisa postrera, lánguida,
acompañada de mirada tierna
y precioso suspiro interno…
En nuestros trabajos respectivos,
somos buenos, respetados, lúcidos,
y allí… nos pensamos, revivimos…
Al llegar a casa, beso de ojos,
abrazo de seguridad, más beso de labios…
¿Cómo te fue? ¿Y a ti? ¡Todo bien!
Quizá alguna anécdota… y la paz estalla,
con la conversación espléndida de los silencios…
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