Curioso, conocí una mujer bravía,
que ejercía de guapa y lúcida,
libre y feliz como una alegría…
No pedía guerras, ni mucho menos,
simplemente compartía los mejores oxígenos.
Un día la vi con su marido,
coincidimos en una fiesta social,
y la vi parca y mesurada, sin mesura,
sin luz, ni medida, ni vestido.
La vi sin verla, no era ella…
¿Cómo es posible el desprecio a la libertad?
¿Cómo es posible que llamen amor
a la inhibición de un yo maravilloso?
Después vino el divorcio… normal,
y otra vez el aire no olía a veneno…
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