Mi profesor de filosofía fumaba en clase, tabaco rubio… un lujo para nosotros. A veces nos invitaba y le vaciábamos el paquete. Parecía buen hombre, era gallego y… filosofaba fuera de tema, si es que hay tema para tal arte. Fumaba y se hacía salir el humo en círculos, con una cierta gracia que fomentaba el espectáculo. Las ideas se me escapan por entre las bocanadas de cada calada, expresadas en nubes nocivas que circulan por los túneles que forma los círculos, a veces concéntricos. Un día en que le vaciamos el paquete dijo: “Amiguiños sí, pero a partir de ahora cada uno fuma do seu tabaco...” Venía de la Universidad de Santiago, era buena gente, un avanzado, quizá un principio del regreso del genio…
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