Bonito día, tanto de niño, en la escuela, como de profesor, entre compañeros y alumnos o en el pueblo con mis primas y amigos… Siempre lo pasaba en grande diversión, colgando el típico fantasma de papel, pegado con celo, en la espalda de todo aquel que también hacía bromas. Dejábamos paquetitos bien envueltos, a modo de regalo, en medio de la calle, para observar las reacciones de la gente. A mi madre le decía que la llamaba algún familiar o algún vecino, y después reíamos las sanas inocentadas. Me place el día. Tengo buenos recuerdos…
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada