Debajo del níspero tenía una silla,
y de una rama colgaba una azada,
y de otra, más cerca, un sombrero viejo,
un colchón de saco y un cántaro blanco,
y un capazo chungo con viandas
que mi madre posaba con amor.
Cerca, los árboles, el maíz, la tierra,
el sudor, la ilusión, la comida…
Cuando voy al huerto de mi padre
se me dispara la emoción en el recuerdo...
El níspero se ha hecho inmenso,
y cobija, cual paraguas protector,
los cítricos a quien no deja crecer…
Pero es el árbol que amó a mi padre,
cobijó a mi suegro…
y me aplaude cuando llego.
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