Jardín otoñal, abandonado y triste,
te mueres de frío en soledad, vacío…
y buscas, loco, la presencia a deshora
de los amores amagados en calor y llamas.
Jardín que no aguantas el olvido,
ni el brote salvaje de lo indefinido.
Jardín que fuiste Primavera,
esperanza de ciertos sin contrato,
y ahora persistes acogiendo sueños
por tus menos verdes aposentos de cobijo.
Jardín, paseo habitual con banco,
rincones donde llega el aroma en flor,
sobran las palabras, huelgan las ausencias.
Jardín que te retornas con el ardor de los amores…
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