Quedamos en el baile de la tarde,
quise parecer que llegué tarde,
y te vi de lejos, desde un rincón oscuro.
Estabas radiante, la mejor luz del local,
y allí empezaron a salir observadores,
expectantes, con el simpático en la sonrisa,
la palabra fácil… sueños de conquista.
Capté tu incomodidad… y la mía,
me llamé imbécil por jugar con fuego,
y me acerqué, cual serpiente…
que surca la pista entre cabezas.
Una riña tibia, casi protocolaria,
un beso sincero que no queríamos terminar,
y el resto… pues todo con amor, genial,
y los mosquitos se ausentaron a galope…
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