El día está de un gris frío de gorro y guante,
pero yo quería ver el mar, el puerto, los yates…
Y en eso estamos… el único frío en la nariz.
Una parte del puerto ya es de los jeques,
dueños de los dineros de los petróleos,
y allí campan, en exclusiva, las grandezas…
El Azzam, padre de los lujos grandes,
el Catara, que se hace mirar su relucir,
el Lady Marina, que suena a excursión,
y hasta el Brazil, el más modesto él,
te lleva fácil por entre las rosas blancas de las alturas.
El paseo es grato, una avionetas hidro recogen agua…
debe haber algún incendio,
y las gaviotas siempre humanizan los lujos…
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