Es una tarde, sin tarde, de invierno,
fría y oscura, vacía, en silencio…
Sólo el anciano poeta pasea lento,
entre la escarcha y algún deshielo.
Posiblemente hoy no escuchó
el trinar de algún cortejo alado,
ni tampoco la risa espontánea
de los niños persiguiendo una pelota…
Pero reparará, seguro, con pasión,
en las lágrimas que caen de una hoja,
haciendo estalactita que perfora
el alma enamorada de un narciso…
Poeta que circulas por los fríos blancos,
mientras tu alma hierve entre las rosas rojas…
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