Tus notas buscaron los versos de un poema,
y del piano de tu alma brotó el amanecer.
Una guitarra, que transformó sus lamentos
en gemidos de esperanza, se unió al concierto.
Mientras, el poeta roció de poesía el sonido,
música que, cual humedad de mar,
penetra por los poros abiertos del amor.
A lo lejos, llora un violín ilusionado,
y un chelo amigo y en abrazo
le seca, con pausa, las lágrimas en celo.
A lo cerca y a lo bajo, un contrabajo...
marca los ritmos de entrada del rey,
cómo no, el saxo que amamos y nos ama,
sabedor de los versos de todos los poemas
que, cual chispa, salpican las notas y hacen música...
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