Me encandiló por entre los agravios de la insensatez…
sus ojos de gata tempranera sacudían sinrazón,
con un desparpajo que incluso parecía inteligente…
Me recordó a mis épocas de tontez profunda,
donde mi supuesta capacidad muy superior
estaba por encima de los bienes y males circundantes.
Pobre pobreza, miseria, la del que no quiere ver
y se monta una realidad a medida de su estupidez,
y siempre hay una claca que aplaude, comprada,
un espejo que miente y te engaña del todo…
Siempre hay una mañana con ducha,
que te luce y repara, te despierta y te acoge,
siempre hay un después para el orden y el sentido.
Nunca es tarde para un nuevo amanecer…
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