Como un torrente en furia,
empujado por el desagüe de las nubes
y a favor de un desnivel de precipicio…
Así apareciste en mi vida loca,
y con la furia… la cordura.
Unos ojos así no agreden,
sólo impactan las entrañas que alumbran,
como el trueno que precede a la luz.
No fue un ataque agresivo programado,
tampoco una pesca en la pecera,
fue una aparición sublime, oportuna,
en el momento justo,
aquel en el que a los antílopes
se les acaba el campo…
y les llueve un menú de amapolas.
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