No me hablen de los ruiseñores
porque ya oí tus susurros terciopelo,
a la luz de unos ojos a juego con la luna.
No me pongan letrillas bien rimadas,
ni sonoros pareados bien medidos,
porque ya escuché en silencio emocionado
la expresión no verbal de tus deseos.
Y vi tu ademán regado de sonrisa,
y tu pelo al viento y al grito,
y tu pecho menos suave, erguido,
mirando al cielo de las glorias.
Y acompañabas al sol...
en igualdad de condiciones,
y emanabas reflejos de caricia…
No, tampoco me hablen de las flores,
tú eres canto y color, luz y aroma, amor…
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