La calle es larga, estrecha, interminable,
Parece el habitáculo ideal, propicio,
por donde circulan los silencios con misterio.
Por allí solemos pasar más de algunos,
de esos que no vamos a ninguna parte
y nos paramos a contemplar cualquier esencia
que nos ofrece la calle vieja y las casas a juego.
Hoy, de una puerta cercana, se oye la vida…
un niño lloriquea, la joven madre le canta,
y, al acercarme, huele a caldo de gallina y apio,
también me suena a calor de hogar y familia,
con la colaboración de algún abuelo en la reserva,
y el marido en la barca con los inciertos y peligros,
pero es la que da el pan… y la leche.
La calle tiene gancho, es auténtica, tiene ángel…
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