Nunca fui un soñador de pelo largo,
simplemente un soñador en vuelo,
que, al bajar al suelo, seguía soñando…
A mi me despertaban los miedos,
a golpes de realidad cotidiana,
y aceleraba la llegada de la noche,
donde volvía a ser alto y rubio
y se me escuchaba…
boquiabiertos y atentos,
mis arrebatos mesurados…
Soñé razonar con el destino
una genialidad viable y generosa,
y fui maestro y poeta de letras,
y fui conductor de futuros en cierne,
y ya soy aprendiz de poeta
para contarles bonito…
los suspiros del alma.
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