Sácame de tus olvidos y ausencias
y presénciame cual lamentos de guitarra.
Rescátame con toda la tragedia
de un arte dramático inconcebible.
Regrésame y ponme en cuerda
y lúcida proporción del despropósito.
Retórname de los fríos de la nada,
y ejerce tu sonrisa puente,
como luz que penetra en las esencias
y devuelve los colores a la vida.
Y allá, por los meandros del río,
cerca de la pradera de los lirios,
oliendo a romero y tomillo verdes,
nos vemos y nos bajamos unos versos
de aquella poesía que estaba escondida…
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