Me cuentan las lenguas libres sin trabajo
que la vieron compungida, como triste,
con la mirada perdida y el ademán enajenado…
Los enterados de siempre, “sobretodo”,
me hablan de que sale a deshora
y que pulula por los oscuros
entre los desconocidos de la noche.
Nadie sabe de mi soledad y vacío,
donde cada recuerdo es una muerte…
lenta, a base de pinchos de silencio…
Dicen... que la vieron, que no era ella,
digo… que me vi, que no era yo…
Sólo una bifurcación sin fin,
por entre los árboles sin hojas ni aromas…
Quizá no fue tan mágico, quizá instantáneo,
porque la realidad era ésta...
no, no valía la pena… o sí…
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