Alguna vez me imaginé la vida en el pueblo,
de maestro, con mi casa y mi huerto,
con mi Teresa y mi hijo y mis clases…
Supongo que no sería profeta en mi tierra,
pero también pienso que alguna gracia
me sabrían apreciar, sobretodo…
mis esfuerzos y el conocimiento del entorno.
Un gallinero, una bici, unos naranjos,
una barquita en el río Ebro donde remar,
cerca de las cañas y los patos.
Quizá una casita entre arrozales,
cerca del canal de riego, con chopo
que cobija una era, todo rústico, bucólico…
Nuestros padres, una playa, nosotros…
otra vida que no pudo ser posible,
pero… ¡no me quejo!
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