Se abrazan las que di y las que no di
entre la niebla oscura del atardecer,
casi no veo el agua vida que apaga incendios,
ni las flores que iluminan el camino…
Siempre hay una luz de bien al sol,
pétalos en el acantilado defensa,
aroma de cielo, lejos del vacío cruel.
Qué bien un despertar con emociones,
con bagaje, con sentido y camino,
qué bien el andar libre y querido.
Me vuelven las sonrisas y amores,
como el mar que atempera las paces,
suaviza inviernos, refresca estíos…
A veces son de oreja a oreja, las sonrisas,
tienen vida, dan respuesta y norte.
Son como los brotes de las orquídeas,
expresiones de belleza que florecerán,
nexos básicos de convivencia sana.
Pero… qué bien ese placer de asentimiento,
qué feliz el regreso y el encuentro,
qué grande y oportuno y necesario
la pérdida del rictus malcarado.
Me vuelven las sonrisas sinceras,
aquellas que son risas educadas,
también sentimientos, gritos que claman,
silencios generosos que perlas regalan.
¡Qué bien que vuelven las sonrisas!
Y te lo cuento y así respondo…
para andar tan bien… entre sonrisas.
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