Parece que hay tiempos puntuales
donde nuestros procederes diarios
conllevan valores de integridad…
Se nos acerca el tiempo navideño,
llueven sonrisas y paces por doquier
y los buenos deseos cabalgan de nuevo.
La bondad se ha desbocado en deseos,
todo el mundo quiere parecerlo
y hasta da proximidad y afecto,
y participa en el reparto de cielos
y es receptor de los amores circundantes…
Dicen, parece probable, seguro para muchos,
que cada cierto tiempo, en diciembre,
un día 25 estalla la paz y nace la luz,
y nos miramos y nos recogemos los unos a los otros,
y queremos ser unos, diferentes en bien,
grupos uno, mejorados, mejorables…
Parece ser que, en muchos casos,
al día siguiente ja no toca,
volvemos a la farsa y al orgullo
y nos dedicamos al triple deporte
de comercializar la vulnerable dignidad.
Es en el entierro donde se elogia al muerto,
o en una boda cuando se calla para siempre.
No seré yo quien juzgue las buenas obras,
no seré, por supuesto, quien juzgue nada,
pero brindo por cada lunes y días del año,
por vivirlos repletos de Navidad…
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