Reanudar por los caminos,
rincones, avenidas, atajos de río y costa...
Aquel banco de la esquina que
siempre habla suave
sin dejar de mirarme tibio.
Te echaba de menos, susurra, igual
que la paloma
ronronea cerca y acompasa el recuerdo.
Paseo solo repasando pasos cuando
eran firmes y seguros,
cuando el decir bombardeaba certeros
proyectiles del corazón.
Redescubro el césped pisado, aquel
que nos acercaba al cielo,
aquel que entre besos y
meriendas nos fundió en amor sin fin.
Y cómo no, el lujo de la playa
solitaria, sólo para dos,
entre dunas doradas, de sol y sal y arrozales mirando…
Un vuelo de ánades completa
paisaje, una luz lejana,
un barco de vela, un dulce compás de una olas sin
cresta.
Y, entre prado y campo naranjero,
ríos de ensueño,
mi mar amigo, y un bosque aromático y de
ardillas.
Me regreso al pueblo y al
huerto, i en un bar, sin más luz que tu,
le dimos un sentido al
sentimiento.
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