Mi pueblo es del Delta del Ebro,
se llama Deltebre y es largo y llano
como el buen vino de larga permanencia.
Mi pueblo huele a alcachofa,
de aquellas que hacemos a la brasa,
sabe a ternura y nostalgias,
a familia, recuerdos, amigos.
Mi pueblo es el padre de los vientos,
que aquí son generosos limpiando,
por eso, mi pueblo es de miras claras,
de visión profunda y neta…
Nos llegan cercanos y queridos
los aromas del mar amado
y el río nos bendice a diario.
El río, el Ebro, que nos marca,
que nos da razón de ser y amor,
nuestro Ebro querido,
que nos quieren menguar
y convertirnos en sal…
Pero hoy me anidan las vivencias
y los recuerdos de las gentes ausentes,
de aquellos que nunca se irán del todo.
Hoy relleno los espacios mentalmente
y oigo las voces entrañables
que siempre acariciaron…
y lo siguen haciendo.
Hoy estoy en el pueblo del arroz,
con mar y río y todo lo que conlleva,
pueblo que va de frente, noble,
y acoge y ama, resiste y vive…
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