Diría que vencí o perdí...
pasé de la tristeza vaga,
profunda, sosegada y permanente
que supone la melancolía
a la búsqueda de las paces activas.
Ahora no me veo licóntrapo
como lobo imitando aullidos,
sólo tengo el descanso del guerrero,
ávido de otros retos y sueños.
Quiero engañarme cada día
con aquello de la edad madura
cuando ya la vida ha alcanzado
todo su desarrollo evolutivo…
y se acerca la vejez.
He dicho vejez, escalón que baja,
te acobarda y traumatiza…
y en los tiempos de mesa y diccionario
uno piensa que fue niño querido,
con visas de prodigio del amor
y ascendió por pasos y etapas
con padres deliciosamente humildes
y exageradamente imparables
en la obsesión puesta en mi realización.
Y luego, ya con ascensor subiendo,
colegio y Teresa, Teresa e hijo,
aún un tiempo con padres,
viejitos, en casa, de nido…
Pasos, etapas, escalones, la vida,
con amor… mayormente felizmente.
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