Me busco y a veces me reconozco en los logros,
conquistas de otros en cuyos espejos me reflejo.
No soy Prometeo, aquel encadenado vivo,
quizás mejor un soñador de vuelos cortos,
un idealista, un habitante de las nubes,
un experto en libertad, un blanqueador.
Quizás no sea un genio en interacción
y en la conducta social, a veces,
me callo las esencias de mis valores.
Doy por supuestos los sentidos de todos
y supervaloro siempre el entorno…
¿Cómo estar seguro de algo?
No, no hay nada seguro, dijo un amigo,
es lo único de lo que estoy seguro.
Intenté contar las estrellas,
parecían no ser tantas porque sólo contaba
aquellas con coche, con nube, con viento,
aquellas que me invitan a paseos sociales
donde no veo entre presas inconscientes
y libertades muertas y esperanzas secas.
Me busco entre aires de verdad,
cabalgo inseguro entre la prudencia
y la probable cobardía de los silencios…
Bien, también me busco en los centros,
aquellos por donde habita la razón,
y allí quisiera verme en cada cara.
Una vez, por esos lares de luz libre,
me gustaría encontrarme… conmigo.
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