Uno a uno se arrancaron, precisos,
los granos de Granada, y así,
vertido en el ejemplo de conquista,
disipé tus dudas, una por una,
e hice luz de los misterios,
aquellos que mostraron tus entornos
y te impidieron ver mi luz verdad…
Me ejercité en mis mejoras,
buscando en mi esencia noble
una confirmación progresiva,
paso a paso, para saborear,
sin pausa ni tiempo pactado,
cada sonrisa devuelta al contado…
El atardecer se hizo inmenso,
quizá no amaneció… da igual, tú sí.
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