Fui a la pata coja por una tendencia,
donde la razón no tuvo nada que hacer,
sólo un norte, una meta, una obsesión.
Estrujé a manos llenas el amanecer,
me levanté en la noche más oscura,
donde se ve con las luces de la mente,
y me inventé los diálogos precisos,
y propicié la oportunidad de los momentos,
optimicé la nulidad del tiempo
e hice maravillas del espacio marco.
Y al sentir orgullo del guión y dirección,
de los alientos y suspiros deliciosos,
me desrazoné del sueño de los vuelos.
Aterricé en la cama a contemplar amanecer,
pero fue hermoso y tierno… mientras duró.
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