Quiero ser como el vapor de agua,
que por la noche duerme en la atmósfera
y se condensa en forma de gotas,
las cuales aparecen por la mañana,
centelleantes, sobre la hierba y las plantas.
Y qué tal si me transformo lúcido
en la cristalina gotita de miel,
aquella de los higos blancos, maduros,
de la higuera que plantó mi padre.
Y si soy brisa que acaricia
y suaviza el ardor de los fuegos…
Y si fuese camino sin piedras,
sendero de certezas auténticas,
de verdades mostrables sin miedo.
Quiero ser el sol de invierno,
aquel que buscan los maduros del banco,
captando vitamina D y activando el cuerpo.
Y, en su defecto, paraguas completo
que para las lluvias de agua con barro.
Cómo no, quisiera ser yo aquel
de tanta mejora previsible,
el pretérito imperfecto de siempre
en aras de un futuro más perfecto.
Quiero ser fruto, consejo, aplauso,
producto, imagen, abrazo, caricia, deseo,
sentido, fuego, razón, verdad, justicia, sueño…
Tranquilos, no aspiro a ser un Dios,
sólo un yo que va mejorando sus inciertos…
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