Era todo aquello raso, llano, dilatado, no murado o cercado, sincero, ingenuo, comunicativo, comprensivo, tolerante…
Quien no recuerda las puertas abiertas de las casas del pueblo, del chalet, de las iglesias y catedrales y monumentos que podías visitar con libertad?
Recuerdan aquellos tiempos pasados donde el saludo era cortesía y educación y no la invitación al recelo?
Y aquellos en que una mirada era un baño de delicias regalo y no una provocación hacia el destierro?
Los coches abiertos, jardines sin rejas, barracas sin llave, sonrisas abiertas, con mentes… abiertas, y almas con puertas… abiertas a cerrar lo impropio, lo injusto.
Hoy cerramos con siete llaves y hay que atravesar la muralla para llegar a alguien que te escuche.
Hoy vamos de boca sin sonrisa, un coto cerrado sin clase media y un abismo entre los polos, brutal, como brutal es el esfuerzo ideológico para ese logro.
Os acordáis cuando la libertad, la igualdad, el orden y el respeto… parecían posible?
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