Nunca quise hacer inoportuno alarde de erudición entre vanidades,
pero los que escribimos alguna cosa buscamos las palabras justas,
aquellas que se emocionarán con nosotros y expresarán con fuerza sentimientos.
Nos llaman pedantes por gustarnos perderse entre los significados cultos
y las ideas claras, con vocablos justos, llamando a cada cosa por su nombre.
El poeta embellece los nombres propios y los engalana de adjetivos de verdad,
y esclarece y desniebla y abrillanta, las palabras se visten de domingo
y las frases alcanzan la luz y la comprensión es bella y fácil.
Les llaman pedantes por los aterrizajes, portando el alma y sentido sano,
comprensión con ritmo y belleza.
Una vez, por un escrito y unas formas, me llamaron fanfarrón…
bien, fue a un amigo al que le vieron alardes de lo que no era
y apariencias con mucha hojarasca…
Él sólo les hablaba de los ensueños, con decires de infinitos de etiqueta.
Qué lástima que el fruto del esfuerzo recaiga con frecuencia en el insípido…
…y encima te llaman pedante, fanfarrón…
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