dissabte, 25 de gener del 2014

Ni sí, ni no, ni nada...

La he visto, me ha mirado, creo en Dios,
decía el poeta enamorado del amor.
La muchacha de los ojos agudos,
de azules de cielos y lunas de mar…
Va por la montaña rusa, simulando…
en la cresta abre la puerta de las sonrisas,
para nadie, y al valle llora sola.
No se da paz ni en la ladera…
surca mis suspiros y muere, cual Guadiana,
para sacar sus ojos al sol que no calienta los míos.
Y, en la calle con bosque tupido,
los ojos de claros azules despiertan,
buscan paseos de mar y de arena.
Cuántas veces te busco sincero
en mis nocturnos de mejores luces.
Cuántas veces tus miradas bebes,
cuántas… tus silencios sorbo.
Y me pierdo escalando infiernos,
o bajando a las calderas profundas,
en aras de una sonrisa, de aquellas que,
al compás de tus ojos salados,
son como una fuga a ninguna parte.
Ni si, ni no, ni nada…
Nada, en un no, sin el sí…
Mi tren pasa de largo, el barco no ancla,
mi vuelo no aterriza a tiempo.
Mis nubes no cubren su sol,
pero… un día la encaro y la trino,
y con el alma suplo al corazón,
y quien sabe…

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