…y después de los brincos metálicos,
me retuve, se quedó, para el lento.
Un Salvatore Adamo me mostraba el camino…
Mis manos en su cintura, de momento.
Sube… la moral y el deseo sentido.
La música, siempre la música, y ella,
en aquellos instantes soñados,
en aquellos propósitos definitivos
del pensamiento profundo… tu o nada,
y en el nada no han nada con sentido.
Iba de latido tan acompasado,
rítmico, que ni la pisé, y la confundí,
y me presencié y reverencié feliz
sus brillos y mis fuegos latentes…
Eran tiempos donde las luces no se apagaban,
4sobretodo las del alma en suspiros,
las de los ojos, alguna vez tristes,
ahora focos eternos del infinito.
La pieza termina, calla, no digo nada.
El mechón de su cabello, suena,
sonríe, se enlaza, la acojo…
Dios mío, el cielo era esto, así…
Extremé la prudencia, protegí el estado,
no nos contamos nada…
a veces sobran las palabras
y hablan las cadencias,
los silencios de las manos,
la suavidad armónica de los compases,
el regalo de las brisas en primavera…
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