He visto pasar un tren intrépido, y me he subido, sin miedo, ni reflexión, ni destino, ir… Mis alumnos nunca habían subido, mi iniciativa fue un descubrimiento. De Reus a Alcover, y de allí, andando, a la Ermita para llegar, después, al Nido del Águila. La vuelta en el tren, un aprendizaje… los billetes, el revisor, el movimiento, el no asomarse al exterior, el comportamiento cívico, el respeto…
Tuve un compañero, Fermín Miguélez, de León, pero bien acoplado y convencido, con el que hicimos buenas coses con los niños. Lindezas como ir de excursión andando por el asfalto en línea, o sea arcén, desde Reus al Parc Samà, lejos, varios kilómetros de polvo, sol y cansancio y, al llegar, hechos polvo, se me ocurrió montar un partido de fútbol al patio, y los niños, como si nada, corrían entusiasmados en busca del gol ganador. Mientras, el árbitro, o sea yo, deambulaba, lengua fuera, por el campo. Pero es que, hoy, he visto pasar un tren, y me he subido sin miedo, ni reflexión, ni destino, ir… para volver, y ver que el entusiasmo de los niños tiene la fuerza de la vida que empieza… viva.
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