divendres, 11 d’abril del 2014

Un nuevo por qué...

El por qué de los porqués, quizá sí tiene por qué decirse, ¿por qué no?
¿Por qué los ríos se salen de madre y no aguantan el caudal que baja?
¿Por qué las labias se desmadran y sus decires vociferan incoherencias?
¿Por qué la incomprensiones se proclaman y generan sorderas sin diálogo?
¿Por qué la constante actualización de los besugos para deleite del propósito del poder?
¿Por qué las lágrimas nos lloran y nos muestran ciertos y veraces?
¿Por qué se siguen tirando piedras al peral y éste, noble, devuelve rico fruto?
¿Por qué se sigue escupiendo al cielo si, impertérrito, te cae encima toda malicia que descargues impúdica?
¿Por qué no hacemos lo prometido y prometemos lo no hecho?
¿Por qué llenamos los vacíos con otros huecos de estropicio y el vacío es más vacío y oscuro?
¿Por qué el pozo no tiene fin y, en el viaje, mueres sin remedio?
¿Por qué es triste el salario del miedo para vivir, sin vivir, de farsa?
¿Por qué la reducción de las sonrisas cuando éstas son escapes del alma?

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