Suelo decir que el trayecto es una forma de vida
y la esperanza un lindo coche… si avanza.
Los sueños, las ilusiones, los logros, el sí…
lindo progreso en la carrera de los obstáculos.
Levantarse y arrear las energías, sacar fuerza,
continuar, avanzar sin pasar por encima de nadie.
Aves de paso, incluso las hay con destino,
otras no lo tienen tan cierto, amasan…
como para llevarse el patrimonio al cementerio.
Hay días que vamos de ciertos y sanos
y tenemos luz en el túnel y camino llano,
pero también hay días en los que parece
que no sólo se apagan lentamente,
sino que es algo más lo que perdemos.
Me gustaría pensar que sólo son momentos,
aquella en que nos seca la fe primera
porque el fracaso ha vencido al esfuerzo.
Es aquel gol que no llega, papa mi Barça,
después de hacer todo el desgaste y más,
aquel examen que no se aprueba,
aquel amor no correspondido, que duele,
aquella muralla, aquel pozo, aquel no…
La vida, la calle amplia, bifurcaciones,
cimas valles, llanos, piedras…
donde se esconden las peores miserias.
La vida la calle amplia, vida
por la que circulamos pese a todo…
algunos incluso estamos bien, a veces.
Una buena utilización de la esperanza
debe abocarnos a las escaleras de la felicidad plena.
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