A veces, las emociones, mis estados sensibles,
me mandan lágrimas y no lloro.
Parece ser que tengo un corazón sólido,
que manifiesta su fortaleza mostrándose.
A veces, mis lágrimas ríen felices
haciendo delicia de cada parpadeo
como máquina que escribe versos
con la tinta de los soplos del corazón.
Metas con lágrima, retos, culminaciones,
éxito al final del esfuerzo, logro, fin…
El que ha creído y ha creado,
y ha hecho balance y lo ha ejercitado,
y ha vencido al miedo por lo sano,
y ha llegado a los límites de la prudencia,
y a veces la traspasa por lo noble,
y corre, vuela, llega a lo próximo del ansia,
del éxtasis, del llanto… y, con él, las lágrimas felices.
Recuerdo a la más bella niña, aquella que en la playa
endulzaba los aportes de las otras,
ojos… madre, qué ojos! bien regados de aguamarinas
y perlas de pétalo de brote angelical de mayo bello,
ojos llenos de sol de cielo, a punto de estallar,
cuando me miran para hacer con mi lágrima
un llanto que será un mar de felicidad húmeda…
¡Ah! Cuando las lágrimas ríen…
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