He vuelto a ver las aguas cristalinas
y me he mirado en ellas,
un placer, una visión, una realidad…
pero es lo que hay, ni más ni menos.
He vuelto a ver los árboles con hojas,
que también se miran, eso sí…
ahora presumiendo de brote rama,
cobijando nidos y siendo patio,
sala de juegos de las faunas ligeras.
Como dije recién, dando elogio
a mis adorables amigas argentinas,
la luna espera turno en la noche…
para, cual Narciso, auto-enamorarse.
Qué sabias las lluvias que caen fuerte,
con gotas generosas y constantes,
al principio de los ríos acogedores.
Ellos se van llenando y sus meandros
se acurrucan como las redondeces generosas,
aquellas de la belleza suave y natural.
Y en el llano, ya sin turbulencias,
retozan luz y transparencia, calma.
Sólo el suspiro de un ruiseñor, feliz y enamorado,
guarda la paz del entorno bucólico y mágico
de un amanecer con rocío sobre verdes
y un montón de estrellas, por la noche,
guardaran los sosiegos del bosque con río…
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