El ruido con el que rueda rauda
la ronca tempestad, todo retumba.
Las músicas del pánico se acercan,
me voy entre nubes de niebla, viento.
Los hijos de Eolo aclaran el día,
el mar ruge y se exalta con furia,
parecen de fiesta, los peces saltan,
los ligeros, los grandes aletean albricias…
Me encantan las aguas bravas de azul,
pero ya estoy en casa, el rumor sigue,
las ramas se tuercen, las hojas vuelan…
Cierro, abro la música, mis músicas:
Alborán, Diango, Adamo, Serrat, Sabina,
Paco Ibáñez, Llach, Mozart, Vivaldi…
¿Han probado un vino con sofá y música,
imaginando cómo acompasar los silbidos del viento?
Teresa me sirve, para todo infinito,
y yo soy con quien comparte sofá
con vino y música, realidad en paz…
Diango transmite soplos de corazón,
se aguanta la cabeza, musiquea con arte,
los suspiros se le ondulan modélicos.
Se me ha colado un Sergio Dalma,
de voz rasposa y letra directa.
Ahora Ibáñez, galopando sin parar.
Serrat me lleva al mar y Llach…
por los sueños de las sonrisas tristes.
Sabina lo sobrevuela todo… con ironía.
Mis clásicos son para olvidar malicias…
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